Si alguna vez la tentación tuvieses de ver el mundo quizá como verdaderamente es, viejo, decrépito, glotón, egoísta, alégrate porque una vez creíste que era joven, entusiasta, bello, original, creativo, y pusiste tu esperanza en él. No importa.
A veces aventaja a los demás no sólo el que se equivoca, sino él que además está dispuesto a asumir las consecuencias de su sueño frustrado, la soledad, la pobreza, la oscuridad; y mantiene para siempre su vieja rebeldía.
¡Espíritu de Verdad! Yo te invoco, como antes el amor, la libertad, la amistad, porque solamente tú puedes reunirme con mis verdaderos hermanos, y darme a conocer a mi auténtica familia.
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