lunes, 3 de septiembre de 2012

BONNE RENTRÉE



Siempre he tenido la sensación de que cuando llegan las vacaciones estivales yo no soy la única persona que tiene el impulso, casi inconfesable por ser antisocial quizá, de querer permanecer en el lugar de su residencia habitual, para leer, cocinar, pasear por el jardín más próximo a su domicilio, para "ser" más y hacer menos, sin tener que esforzarse en hacer las maletas, ni alterar ni renunciar a sus hábitos.
Por otra parte soy de la opinión de que es muy poco elegante y educado  marcharse cuando llega el verano, y que es más adecuado esperar a que se vaya para irse.
También he podido llegar por mi misma a la conclusión de que esa alegría con la que algunos regresan después del periodo estival, la de la "bonne rentrée", obedece más bien a la satisfacción de que por fin se hayan acabado las vacaciones, con todas las incomodidades que éstas siempre terminan imponiendo, y la satisfacción de poder recuperar la vida ordinaria, ¡la de todos los días!, cuando además las temperaturas comienzan a suavizarse, y en el cambio de luz se presiente ya la llegada del Otoño tan bello.

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