miércoles, 26 de septiembre de 2012

ESPAÑA

Puedo soportar que la irracionalidad de la locura se coloque por encima de la razón, pero no que lo hagan  la demagogia ni el espíritu sectario.
Pues éste es el problema de España, el fracaso de la racionalidad y por tanto de la libertad.
Así hablaría España: "Una vez más la muerte ha sabido hacer aquello de lo que no soy capaz: Unir a mis hijos en el mismo destino. Que descansen en la paz de Dios los que creyeron en Dios. Que descansen en la paz de los hombres los que sólo creyeron en los hombres, que ya es difícil...
¿Por qué no os pareceis más a mí, hijos míos, que soy heterodoxa?
¿Por qué os empeñais en ser tan ortodoxos, de izquierdas, o de derechas?"

lunes, 17 de septiembre de 2012

El golpe de Esperanza Aguirre

No niego a Esperanza Aguirre el respeto que su dignidad como ser humano se merece. El respeto a la dignidad del ser humano, solamente por el hecho de serlo, es una adquisición de nuestra cultura que ha de considerarse como irrenunciable.
Sin embargo no puedo sumarme al bando de sus corifeos; y ello es así porque, independientemente de sus logros, a mí me ha correspondido ser testigo, (hasta si se me apura testigo imparcial), de cómo la gestión de Aguirre en la Comunidad de Madrid ha puesto a riesgo, de manera injusta, iniciativas de instituciones y de ciudadanos muy valiosas, como lo es la del acceso a la justicia.
Espero que la dimisión de Esperanza Aguirre no tenga el significado de un acto simbólico, como paso previo para representar en un futuro, quizá no demasiado lejano, una nueva candidatura política liberal-conservadora que radicalice a la derecha española; pues el verdadero viaje de ésta, que posée ideología, filosofía e iniciativa  valiosas propias, debe ser hacia la racionalidad, el debate, y el intercambio de ideas en el plano de igualdad con otras fuerzas políticas; y crear hombres para la Tercera España como ya ha habido. Ésta es su Itaca.
No entiendo que un político, que no suscribe un contrato sino que recibe un mandato, pueda dimitir en cualquier momento si no es por una causa verdaderamente excepcional. Es como dimitir de padre, de madre, de hermano..
En fin, a pesar de todo lo dicho despido cariñosamente a Esperanza Aguirre, ya que estaba acostumbrada a su presencia casi cotidiana, con estas palabras acuñadas por el uso popular: "Más vale malo conocido que bueno por conocer".

domingo, 16 de septiembre de 2012

Noticias del Huerto de Abel






ABEL: Mi alma es ascética, esteparia, contemplativa, pero no árida.

CAÍN: La mía muy sociable.

ABEL: Caín, mi querido Caín, la sociedad, sí, que según Lévi-Strauss nace cuando la familia renuncia a su dominio sobre sus miembros. (Él decía: "cuando renuncia al incesto"). Sí, la sociedad que crea y facilita los intercambios entre las personas, y hace posibles las pautas que forman en conjunto nuestra cultura, a la que algunos ya llaman genoma, la gran herencia del hombre que se transmite de generación en generación, y que es la causa de que los seres humanos puedan evolucionar tan deprisa. Sí, la sociedad que nace del altruísmo.
Se ponen algunos ejemplos de la naturaleza, como la existencia de una casta de insectos estériles que cuida generosamente de la descendencia de sus hermanos fértiles de una manera desinteresada.

CAÍN: Pero yo me refiero a la rivalidad, al deporte competitivo, al deseo de emulación, a las jerarquías sociales, a las diferencias irreductibles que hacen imposible la igualdad entre los seres humanos.
Dentro de este contexto me muevo con habilidad y siento muchos estímulos. Me gusta mucho eliminar a los demás, y me satisface enormemente la soledad del éxito y la del triunfador rodeado de personas que le temen y le envidian..

ABEL: Dices envidia, deseo del mal ajeno, o no alegrarse con el bien de los demás.
Pero hay que distinguir la envidia del sentido de la justicia; y no es tan facil. Me explico: Un mal reparto de la riqueza, una posición ventajosa obtenida sin ningún mérito, no pueden alegrar a nadie que tenga sentido de la justicia.

lunes, 3 de septiembre de 2012

BONNE RENTRÉE



Siempre he tenido la sensación de que cuando llegan las vacaciones estivales yo no soy la única persona que tiene el impulso, casi inconfesable por ser antisocial quizá, de querer permanecer en el lugar de su residencia habitual, para leer, cocinar, pasear por el jardín más próximo a su domicilio, para "ser" más y hacer menos, sin tener que esforzarse en hacer las maletas, ni alterar ni renunciar a sus hábitos.
Por otra parte soy de la opinión de que es muy poco elegante y educado  marcharse cuando llega el verano, y que es más adecuado esperar a que se vaya para irse.
También he podido llegar por mi misma a la conclusión de que esa alegría con la que algunos regresan después del periodo estival, la de la "bonne rentrée", obedece más bien a la satisfacción de que por fin se hayan acabado las vacaciones, con todas las incomodidades que éstas siempre terminan imponiendo, y la satisfacción de poder recuperar la vida ordinaria, ¡la de todos los días!, cuando además las temperaturas comienzan a suavizarse, y en el cambio de luz se presiente ya la llegada del Otoño tan bello.